Traducido para Daniel Parra. Read the English version here.
El viejo refrán, a menudo desfigurado, nos recuerda que “aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”.
¿Pero qué pasa con aquellos que sí recuerdan? ¿Qué se supone que tienen que hacer aquellos que sí conocen y recuerdan la historia con ese conocimiento?
Vivian Vázquez Irizarry recuerda con un nuevo documental la historia del sur del Bronx, donde nació y creció. Recuerda las comunidades fuertes y solidarias que existían antes de los malos tiempos y recuerda los incendios. Ella ha estudiado la historia que alimentó esas llamas: prácticas discriminatorias, la resistencia de los blancos, la retirada progresiva de protecciones contra incendios urbanos impulsada por consultores.
Quizás lo más importante es que recuerda lo que ocurrió después de los incendios: la reconstrucción de los tejidos humanos y las estructuras físicas del Bronx, gracias en gran parte a la gente de la clase trabajadora que unida luchó por su hogar en la ciudad. “Fuimos los que salvamos al Bronx cuando a nadie más le importó”, es como ella resume la historia.
Junto con Gretchen Hildebran y las productoras Julia Steele Allen y Neyda Martinez, Vázquez Irizarry produjo el año pasado ‘Decade Of Fire‘ (Década de Fuego) un documental que revela esa historia. El Bronx tuvo una experiencia dramática única, pero narrativas similares tuvieron origen en muchas ciudades de los Estados Unidos en los años 60 y 70. Y ahora, en muchos de esos lugares, se presenta un desafío diferente: el retiro de capital y el abandono han sido reemplazados por un desarrollo urbano agresivo y la amenaza de desplazamiento. Es la vertiente urbana de una crisis nacional de vivienda que está saliendo a la luz y abarca desde los refugios para personas sin hogar en New Hampshire hasta los parques de viviendas prefabricadas en Colorado, y que ha atraído la atención de la mayoría de los candidatos presidenciales demócratas.
Si la presidencia cambia de partido, en 2021 podrían producirse importantes cambios en la política de vivienda. Pero lo más probable es que las comunidades de bajos recursos sigan teniendo que luchar por sus intereses y sus hogares.
En un nuevo cortometraje llamado “Defending Your Block: How to Stay, Fight and Build” (Defendiendo tu cuadra: cómo quedarse, luchar y construir), Vázquez Irizarry y su equipo extraen lecciones de las experiencias de los defensores comunitarios del Bronx, Pittsburgh y Los Ángeles para informar sobre esos esfuerzos de supervivencia.
“Hoy seguimos luchando contra la crisis de vivienda en el Bronx y en todo el país”, dice Vázquez Irizarry en su documental. “Cada barrio es diferente pero lo que tenemos en común es nuestra determinación de quedarnos, luchar y construir”.
El documental, que se estrenará el jueves exclusivamente en City Limits, se centra primero en Hetty Fox, una legendaria campeona de Lyman Place en el barrio de Morrisania en el Bronx, quien comenzó a trabajar en 1970 para salvar su barrio de la erradicación por la fuga de capitales y la invasión de la violencia.
William Geist capturó algo del espíritu de Hetty Fox en un perfil publicado en el New York Times en 1984: “Ella dijo que pasaba mucho tiempo en el porche de su segundo piso vigilando la cuadra. Ella caminaba por la calle a las 2 a.m. para hacer notar su presencia. Fue asaltada por un ladrón de bolsos que la golpeó dos veces en la cara pero no pudo quitarle el bolso. Se fue a casa, se puso las zapatillas y salió a buscarlo”.
Fox, quien murió el año pasado y a quien está dedicada la película, llamó a este trabajo “la defensa de la cuadra”. En este documental Fox explica de forma simple qué es la defensa de la cuadra: “Te haces responsable de cualquier mal comportamiento en tu cuadra”.
“Solía dormir con las botas puestas”, dijo. “Tenía que estar lista para saltar de la cama y correr, saltar y luchar, y hacer lo que fuera necesario en un momento dado”.
Se trataba tanto de construir como de luchar. Fox se hizo cargo de un edificio abandonado y lo convirtió en un centro comunitario. Construyó relaciones saludando a la gente, acercándose a extraños, organizando fiestas en la cuadra.
Para Vázquez Irizarry, el éxito de Fox en la protección de Lyman Place tiene cuatro elementos críticos: la vigilancia, comprometerse con los vecinos, liderar con una visión compartida y ocupar el espacio.
Esos mismos elementos están en la historia contada por Ronell Guy, quien ayudó a organizar a los inquilinos de una urbanización de Pittsburgh que se enfrentaban al desalojo a finales de los años 90. Después de enterarse de que sería desalojada con sólo 30 días de aviso de una casa de la Sección 8, Guy reunió a sus vecinos: “Llamamos a la prensa. Hicimos todo lo que pudimos para llamar la atención” y con la ayuda de la asistencia legal, Guy consiguió que el desalojo se anulara.
Pero Guy entendió que la victoria era temporal. “Decidimos que nunca más pasaríamos por esto. Decidimos que íbamos a quitarle esta propiedad” al propietario que había tratado de forzarla a ella y a sus vecinos a salir. Después de saber que la ciudad estaba a punto de perdonar una enorme deuda al propietario, Guy y sus aliados convencieron a la ciudad para que cambiara de parecer y que le diera el control de esas casas a los inquilinos.
Guy, cuya organización se convirtió en Northside Coalition for Fair Housing, aconseja a sus colegas de otras ciudades que “cuando se produzcan ventas, esa es su oportunidad” para cambiar el destino de las propiedades que conforman los barrios. Pero también señala la importancia de construir el tipo de apoyo comunitario que da a las organizaciones la posición para conseguir que los gobiernos las escuchen. En el caso de Northside, eso implicó utilizar un conjunto de herramientas que habrían sido familiares para cualquier antiguo líder comunitario, como regalar pañales y cocinar la cena para la gente.
Esa forma de lograr cambios que va apartamento por apartamento, momento a momento, son el tipo de cosas que los libros de historia nunca capturarán. Como cualquier movimiento de base exitoso, la organización de los barrios implica instancias ocasionales de alto dramatismo rodeadas de semanas y meses de trabajo arduo.
Es ese tipo de esfuerzo es lo que los espectadores encontrarán en la historia de la East LA Community Corporation (ELACC), una organización fundada en el barrio de Boyle Heights en 1995 para detener un plan para re-urbanizar el área alrededor de un centro de tránsito planificado de forma tal que hubiera desplazado a la gente y la cultura de Boyle Heights. La organizadora comunitaria de la ELACC, Carla de Paz, subrayó la importancia —y la intensidad del trabajo— de rastrear lote por lote qué parcelas estaban cambiando de manos y qué planes de desarrollo se estaban tramando para que la ELACC pudiera luchar por su visión de cómo desarrollar y utilizar la tierra.
Finalmente, “fue muy difícil para Metro sacarnos”, dijo de Paz, refiriéndose a la agencia de transporte que lideraba el desarrollo. “Vieron el poder que se había construido”. Desde 1998, la ELACC ha desarrollado 731 unidades de vivienda asequible.
El documental señala el fallecimiento de Fox así como las muertes de la defensora de la avenida Jerome Carmen Vega-Rivera y del pionero activista del sur del Bronx Al Quinones, todas en 2019. Vega-Rivera fue una figura clave en la resistencia a la re-zonificación, un esfuerzo que fracasó. No todos los esfuerzos liderados por la comunidad resultan en victorias. Y ninguna victoria es permanente. Pero una lección que este documental ofrece, sin decirlo, es que la batalla para salvar a los barrios puede crear comunidades.
“Sabía que el éxito era mantener las casas aquí y mantener a la gente aquí e interesada en quedarse”, dijo Fox a los cineastas. “Sabía que tenía que crear algo que fascinara a la gente: mirar hacia dentro, internamente, y ver lo que podemos hacer juntos”.