De acuerdo con un reciente estudio de Laird Bergad, director del Centro de Estudios Latinoamericanos, del Caribe y latinos del Graduate Center, CUNY, “es evidente que la distribución del ingreso ya ha vuelto al patrón de concentración extrema de la era anterior a la gran depresión”.
El más reciente informe publicado por el CLACLS-Latino Data Project llamado “The Concentration of Household Income in the United States by Race/Ethnicity 1967 – 2018” (La concentración de los ingresos por hogares en los Estados Unidos de acuerdo a la raza/etnia de 1967 a 2018) muestra como entre 1967 y 2018 la inequidad en los Estados Unidos se ha hecho cada vez más marcada. Por ejemplo, los más ricos percibieron un crecimiento que va desde 93 por ciento a 111 por ciento mientras que entre los más pobres fue de 0 por ciento a 23 por ciento.
Esta tendencia puede verse como una representación de cómo funciona la inequidad en donde los que están en el tope de ingresos son los que ven los mayores crecimientos. Claramente y sin importar la raza o grupo étnico, entre los más ricos, los tres grupos (hispanos, blancos no hispanos y afroamericanos no hispanos) percibieron los mayores crecimientos en el periodo de 1967 a 2018.
Según un informe de Inequality.org, organización que ha estudiado la desigualdad durante casi dos décadas, “el 10 por ciento superior de Estados Unidos ahora promedia más de nueve veces más ingresos que el 90 por ciento inferior”. Además, los estadounidenses en el 1 por ciento superior de la cima de ingresos “tienen un promedio de 39 veces más ingresos que el 90 por ciento de los más pobres”.
En términos generales la desigualdad de los ingresos afecta de dos formas. Según Sebastián Villamizar-Santamaría, director de investigación cuantitativa del CLACLS, “primero, hace que a unas personas les paguen menos que a otras por el mismo tipo de trabajo”. Segundo, hace que “unas personas no obtengan ciertos trabajos”.
Entre los que se ubican en la cima de ingresos más altos, quienes vieron un mayor crecimiento en la media de ingresos por hogar fueron los hispanos con 111 por ciento, seguido de los blancos no hispanos con 108 por ciento y los afroamericanos no hispanos con 93 por ciento.
Sin embargo, como explica Laird Bergad, no deben hacerse generalizaciones a la ligera. “No hay que dejarse llevar por estos porcentajes de manera ligera pues si estabas en el tope, tienes más capacidades para ganar más y en eso los hispanos solo recortaron un poco la diferencia”, explica Bergad.
Por ejemplo entre los más ricos, es decir en el top 5 por ciento, la media de los ingresos de los hogares de asiáticos blancos es de $526.475 y de blancos no hispanos de $446.407. Ambos grupos (asiáticos blancos y blancos no hispanos) tienen ingresos mucho mayores a los de los hogares de hispanos que ganan en promedio $321.7678 y afroamericanos no hispanos con $250.249, cuando se ajusta por inflación.
De acuerdo con Bergad, hay múltiples razones que pudieron haber dado lugar a este crecimiento entre quienes estaban en lo más alto, una de ellas es el recorte de impuestos en las clases altas.
Si bien ha habido un crecimiento económico extraordinario en los Estados Unidos después de 1967 según el índice industrial Dow Jones, que estaba por debajo de los 1.000 puntos en 1967 y ahora se acerca a 28.000 puntos, esto no quiere necesariamente decir que ha habido simultáneamente desarrollo social y económico. Indicadores estadísticos como el coeficiente de de Gini, que mide la desigualdad de 0 a 1.0 punto —siendo 1.0 la máxima desigualdad—, en Estados Unidos muestra que entre 1967 y 2018 este indicador aumentó de 0.40 a 0.49. La brecha entre los hogares más ricos y más pobres es ahora la más grande en los últimos 50 años.
De acuerdo con Bergad, “durante este período no se puede decir que hubo más equidad, por ejemplo”.
En lo que se podría considerarse como el área donde se ubican los ingresos de la clase media no hubo mucha diferencia entre el crecimiento entre los hispanos con 41 por ciento y los blancos no hispanos con 42 por ciento. En esta área de clase media, por otro lado, vale remarcar que la media de los ingresos de los hogares afroamericanos no hispanos crecieron 58 por ciento.
Claramente donde saltan a la vista diferencias más marcadas es entre los ingresos de los pobres. Por ejemplo, los latinos además tuvieron el menor crecimiento en los escalones de las clases bajas, en donde la media de sus ingresos crecieron 19 por ciento y los blancos no hispanos 23 por ciento y los afroamericanos no hispanos crecieron 41 por ciento.
“El impacto más fuerte es que los latinos se mantengan en trabajos que pagan poco. Eso puede ser porque no obtienen credenciales suficientes por no acceder a la escuela o porque no los quieren contratar por algún sesgo racial”, dice Villamizar-Santamaría.
Si se se mira ahora donde hubo menos crecimiento, que tal y como se ha visto corresponde a la clases que está en el fondo, entonces, los latinos más pobres no vieron ningún crecimiento en la media del ingreso familiar entre 1967 ($12,357 dólares) y 2018 ($12.409 dólares), cuando se ajusta por inflación. Entre ellos el crecimiento fue nulo. En comparación, los los blancos no hispanos más pobres percibieron un crecimiento de 23 por ciento, mientras que entre los afroamericanos no hispanos fue de 12 por ciento.
Si estas tendencias no cambian y continúan igual a como se ha visto en estos últimos años, el panorama para los latinos más pobres es “que van a seguir teniendo peores trabajos, que paguen menos, y eso a su vez reproduzca los ciclos de pobreza”, dice Villamizar-Santamaría.
Una de las preguntas que quedan sin resolverse es ¿cómo explicar un crecimiento de 0 por ciento entre los latinos más pobres? Y además, ¿qué los ancla al fondo? De acuerdo con el profesor Bergad, “hay muchos factores para considerar”. Bergad agregó “no lo sé con absoluta certeza. Pero creo que la falta de representación política, la falta de educación —pues los latinos tienen una tasa baja de graduación universitaria—, y la falta de participación política —ya que en su mayoría no votan y por ello no tienen voz—, pueden ser factores a considerar” .
Este informe está disponible en inglés y si desea leer el informe completo, lo puede ver aquí.
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