Hudson Yards prometió ser uno de los vecindarios sostenibles más eficientes de Estados Unidos. Pero los datos sobre el consumo de energía que maneja la alcaldía demuestran que muchos de los inmuebles con la certificación “verde” del vecindario ni siquiera llegan a superar el índice de edificios similares en todo el país.
Este artículo apareció originalmente en inglés. Translated by Daniel Parra.
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Cuando el distrito comercial de 60 manzanas de Manhattan, Hudson Yards, emergió en el horizonte de Nueva York en 2019, prometía ser algo más que otra jungla de rascacielos de lujo revestidos de elegante cristal y acero.
El proyecto de $25.000 millones de dólares fue promocionado por los promotores inmobiliarios Related Companies y Oxford Property Group como un barrio sostenible de vanguardia, que incluso contaba con modernos generadores que recuperaban el exceso de calor para calentar y enfriar sus edificios.
Los constructores afirmaron que su objetivo era “convertirlo en el barrio más conectado, sostenible, receptivo y eficiente de Estados Unidos”. Para hacerlo oficial, una porción de 28 acres del nuevo complejo, conocida como Eastern Yard, se convirtió en el primer barrio de Manhattan en recibir el certificado de oro de LEED, el sistema de certificación de edificios ecológicos más utilizado del mundo. Creado por la organización sin ánimo de lucro U.S Green Building Council (USGBC por sus siglas en inglés), el certificado Gold es el segundo mayor honor que concede la organización.
LEED tiene como norma máxima la eficiencia energética y garantiza que sus propiedades certificadas consumen un 25 por ciento menos de energía que los edificios convencionales. Cuanta menos energía consuma un edificio, menos gases de efecto invernadero emitirá.
Pero muchos de los edificios “verdes” de Hudson Yards son menos eficientes energéticamente que otros similares de todo el país, según datos públicos de la ciudad y entrevistas con ambientalistas. Un estudio de City Limits sobre 27 edificios con certificación LEED en el barrio reveló que menos de la mitad obtenían puntuaciones por encima de la media según el propio sistema de clasificación de eficiencia de la ciudad.
Con más del 70 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero de Nueva York procedentes de los edificios, los expertos que hablaron con City Limits dijeron que esto pone en cuestión cómo definimos exactamente la sostenibilidad en un momento en que Eric Adams impulsa una “Ciudad del Sí” (“City of Yes”), más eficiente energéticamente con una ola de nuevos desarrollos.
“Veo la misma historia en todos esos edificios. Son muy grandes, muy llamativos, han obtenido la calificación LEED Platino, que es la más elegante que se puede obtener, y producen altos niveles de emisiones de efecto invernadero”, afirma Richard Leigh, ingeniero y ex director de investigación del Urban Green Council, una organización sin ánimo de lucro que presiona para que Nueva York se deshaga de las emisiones de carbono en sus edificios.
“En realidad, no están salvando el planeta”
Leigh llegó a la conclusión de que muchos rascacielos neoyorquinos con certificación LEED siguen siendo grandes emisores de carbono al examinar los datos oficiales facilitados por la Ley Local 84. Esta ley obliga a los propietarios de grandes edificios a medir y publicar anualmente su consumo de energía y agua.
Los datos de la evaluación comparativa fueron utilizados por los responsables de la toma de decisiones a la hora de elaborar los ambiciosos planes de la ciudad para reducir el 80 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero de los grandes edificios para 2050, en virtud de la Ley Local 97.
El Departamento de Edificios de la ciudad de Nueva York también utiliza estos datos para elaborar un informe anual sobre la cantidad de energía que consumen estos edificios. El Departamento adoptó un sistema federal llamado Energy Star para comparar el consumo energético de un edificio con el de edificios similares de todo el país y calificar su rendimiento en una escala del 1 al 100.
La ciudad de Nueva York añadió la correspondiente calificación en letras de la A a la D, como hacen los profesores en las escuelas. Si un inmueble obtiene una “C”, por ejemplo, significa que ha obtenido una puntuación media (de 55 a 70 en la escala de Energy Star) en comparación con otras construcciones similares en todo el país. Todo lo que esté por debajo de 55 obtiene una “D”. Una “F” significa que el propietario del edificio no presentó la información requerida, según la escala de la ciudad.
Gracias a la Ley Local 33, los edificios están obligados a exhibir esa calificación cerca de una entrada pública para que todos puedan verla.
El objetivo, según un portavoz de Energy Star, es dar a los propietarios una imagen de cómo están sus edificios cada año para que puedan “comparar su rendimiento energético” y esforzarse por mejorar. ” Una mejora de la eficiencia energética reduce las emisiones de gases de efecto invernadero”, afirma el portavoz en un correo electrónico.
Mientras que el sistema de clasificación de la ciudad hace un seguimiento anual de la eficiencia energética de los edificios, LEED concede el estatus verde de por vida sin exigir que los inmuebles mantengan esos estándares a largo plazo. Una vez obtenido el certificado LEED, un edificio no puede perderlo, aunque los gobiernos –incluido el de Nueva York– establezcan nuevos y más estrictos parámetros de emisiones para combatir la creciente amenaza del cambio climático.
“Si bien LEED puede incorporar un alto rendimiento [a largo plazo], el problema es que no lo exige”, afirma Leigh. “La gente puede construir un edificio LEED de categoría Platino [que tenga] una baja puntuación Energy Star y altas emisiones de gases de efecto invernadero, y creo que ése es un gran fallo de las calificaciones LEED”.
Fundado en 1994, LEED ha sido criticado durante años por los ambientalistas por no responsabilizar a los edificios del cumplimiento de las normas de eficiencia energética a largo plazo. En 2009, ante la creciente presión de la opinión pública, el USGBC dijo que empezaría a exigir a los propietarios de edificios con certificación LEED que presentaran datos anuales sobre el consumo de energía durante los cinco primeros años de ocupación. Pero los científicos que han hablado con City Limits afirman que aún no han tenido acceso a esas cifras.
La portavoz de LEED, Deisey Verdinez, dijo que el sistema de calificación tiene un programa para que los edificios hagan un seguimiento de su rendimiento al que puede acceder el público, pero añadió que, al tratarse de un sistema de carácter voluntario, “algunos proyectos no siempre se acuerdan de subir su información allí”.
Sin embargo, no se centran en controlar el rendimiento a largo plazo. El certificado, explica la portavoz Deisey Verdinez, representa “un sello en el tiempo” en el que estas propiedades cumplen los requisitos de sostenibilidad. Se calcula que hay unos 1.400 certificados LEED en la ciudad de Nueva York, según datos facilitados por USGBC.
“Es algo así como un certificado de salud. Por así decirlo, cumples todos tus objetivos de salud en un momento dado, pero depende de ti seguir manteniéndolos”, explicó Verdinez a City Limits.
Kurt Steiner, urbanista y especialista en LEED del USGBC, añadió que el sistema de calificación “prepara un edificio para el éxito”, pero después depende “del propietario, del gestor de la propiedad y de los ocupantes garantizar que el edificio rinda al máximo de sus posibilidades”.
Los ambientalistas advierten, sin embargo, que esto anima a los propietarios a obtener el certificado de sostenibilidad inicial –y las relaciones públicas positivas que conlleva– sin asegurarse de que su edificio es eficiente energéticamente a lo largo del tiempo. Como resultado, Leigh afirma que “LEED se ha convertido simplemente en una herramienta de marketing” que los promotores inmobiliarios de alto nivel y las grandes empresas utilizan “para ser consideradas como sostenibles”.
Para expedir su certificación, LEED utiliza un sistema de puntuación que permite a los inmuebles acumular puntos de sostenibilidad en una amplia gama de criterios como la calidad del aire, la gestión del agua de lluvia, la innovación e incluso el transporte. Contar con un aparcamiento para bicicletas en el edificio, por ejemplo, da un punto al propietario. Los ambientalistas dicen que eso significa que es posible acumular puntos y obtener la certificación sin comprometerse a ahorrar energía a largo plazo.
John Scofield, profesor de física del Oberlin College, estudió la eficiencia energética de los inmuebles con certificación LEED examinando su consumo energético a partir de los datos de referencia de la ciudad. Un estudio que publicó en 2021 y que analizaba 10 grandes ciudades de EE.UU., entre ellas Nueva York, descubrió que en promedio los edificios de oficinas LEED utilizaban un 7 por ciento menos de energía primaria y tenían un 7 por ciento menos de emisiones de carbono que edificios similares de las mismas ciudades.
Esta cifra, señala Scofield, está muy por debajo de la promesa de LEED de ofrecer edificios que consuman un 25 por ciento menos de energía. Las oficinas LEED de Nueva York tuvieron el mayor consumo total de energía de las 10 ciudades y, según Scofield, “no mostraron ahorros significativos con respecto a las oficinas no LEED de NYC”.
“En realidad no están salvando el planeta”, dijo Scofield a City Limits. “Algunos edificios LEED pueden ser muy eficientes, pero también puedes tener uno que marque todas las casillas [en sus criterios de sostenibilidad] y al final no sea muy eficiente energéticamente”.
Propiedades de Hudson Yards con certificación LEED. Navegue por el mapa para descubrir la certificación LEED y las puntuaciones Energy Star.
Este mapa utiliza datos proporcionados por el U.S Green Building Council a City Limits
Logrando la calificación
En enero de 2018, los promotores Related Companies y Oxford Properties Group anunciaron la inauguración del primer edificio comercial del barrio, 10 Hudson Yards. La reluciente torre de cristal azul fue proclamada el primer edificio comercial de oficinas de Nueva York en recibir la certificación LEED Platino.
"Estamos orgullosos de adoptar un enfoque de liderazgo en sostenibilidad que crea valor para nuestros socios al tiempo que hace lo correcto para el planeta", dijo Blake Hutcheson, presidente y CEO de Oxford Properties Group en un comunicado de prensa. Oxford no respondió a las peticiones de City Limits de hacer comentarios para este artículo.
Las certificaciones LEED se basan en un sistema de puntos. Para obtener el estatus de platino de LEED, una propiedad debe ganar 80 puntos de sostenibilidad, con diferentes valores asignados a cada característica que incluye, dando mayor peso al rendimiento energético. El USGBC explicó a City Limits que todos sus proyectos deben superar la línea de base de eficiencia energética establecida por el código energético nacional de edificación.
En 2019, Real Estate Weekly dijo que 10 Hudson Yards era "una de las torres de oficinas de clase A más eficientes energéticamente de la ciudad".
Un portavoz de Related Realty dijo en un correo electrónico que a día de hoy 10 Hudson Yards genera energía, agua caliente y agua refrigerada con el doble de eficiencia que los sistemas estándar.
Sin embargo, el sistema de calificación de la eficiencia energética de los edificios de la ciudad otorgó al edificio una calificación "C", lo que significa que su rendimiento energético es medio en comparación con otros edificios similares. Otro de los edificios de Related con certificación LEED, el 55 de Hudson Yards –donde tienen sus oficinas empresas como el gigante tecnológico Meta, el bufete de abogados Cooley y el fondo de cobertura Point 72– también tiene una calificación de "C".
Y a otros les va peor. El complejo de apartamentos de lujo de Related Realty, Abington House, situado en la calle 30, con un certificado LEED Oro, tiene una calificación de eficiencia energética "D". El 35 Hudson Yards, con certificación Gold, también tiene una calificación de "D". El edificio alberga el gimnasio de Related Realty, un espacio de oficinas y un hotel Equinox.
A través de un portavoz, Related discrepó con la calificación Energy Star de la ciudad, alegando que el conjunto de datos nacionales de edificios con los que el sistema compara el rendimiento de un inmueble no se ajusta a las condiciones de muchos edificios neoyorquinos, en particular los rascacielos densamente ocupados que operan durante más horas y consumen inevitablemente más energía.
Esa crítica hace eco de las quejas del sector inmobiliario cuando se aprobó por primera vez la Ley Local 33. "Algunos edificios pueden optar por desalentar la densidad y los usos de energía de alta intensidad para mejorar sus calificaciones", advirtió la Junta de Bienes Raíces de Nueva York en un testimonio al Concejo Municipal en 2017.
"Hudson Yards es un modelo de diseño respetuoso con el medio ambiente y continúa liderando cuando se trata de nuevas formas de limitar las emisiones, promover la reutilización y garantizar la resiliencia", dijo un portavoz de Related en un correo electrónico.
City Limits buscó las puntuaciones de Energy Star de los 27 edificios con certificación LEED de Hudson Yards utilizando datos facilitados por el USGBC. Según la recalificación de 2005 que estableció el barrio, éste incluye la zona delimitada aproximadamente por las calles 42 Oeste y 30 Oeste, desde la Octava Avenida hasta el río Hudson.
City Limits descubrió que menos de la mitad de los inmuebles con certificación LEED del barrio habían obtenido una puntuación superior a la media según las calificaciones de la ciudad.
En total, 11 tenían una puntuación "A" o "B" por parte de la ciudad, mientras que el resto obtuvo una puntuación "C" o inferior o fueron eximidos de mostrar sus puntuaciones por completo. Estas excepciones se aplican a siete de los edificios LEED de Hudson Yards, incluido el Centro de Convenciones Javits, y están avaladas por la ley de evaluación comparativa para los inmuebles que tienen un "centro de datos, estudio de televisión y/o sala de negocios que en conjunto superan el diez por ciento de la superficie bruta del inmueble", y que son usos conocidos por su consumo de energía superior a la media.
Un portavoz del programa de aceleración de la ciudad, que hace un seguimiento de las puntuaciones locales de Energy Star, dijo en un correo electrónico que no hay "más explicaciones" sobre por qué la ley permite estas exenciones. Pero un funcionario de la ciudad que pidió permanecer en el anonimato dijo a City Limits que estos edificios comerciales consiguen un pase porque su "consumo de energía es astronómico" y es probable que muestren una mala puntuación.
Dadas estas excepciones, Scofield, profesor de física que también ha investigado a fondo el programa Energy Star, advirtió que esto también puede ser "muy problemático".
"Muchas de estas cosas surgen de buenas intenciones. Pero al final, no producen el resultado deseado de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero", dijo Scofield.
El arquitecto británico Andrew Waugh declaró a City Limits que el sistema australiano de calificación Nabers está haciendo progresos en lo que respecta a determinar la eficiencia energética de los edificios a lo largo del tiempo. Según el arquitecto, el sistema mide la cantidad de energía que ha consumido un edificio durante un periodo de dos años y compara ese consumo energético con las afirmaciones de sostenibilidad que se hicieron antes de la construcción.
Es necesario utilizar "menos cosas"
Waugh, cuya empresa construye principalmente con materiales ecológicamente sostenibles en todo el mundo, afirma que hay una razón principal por la que muchos edificios galardonados con LEED no funcionan bien con el paso del tiempo: LEED fomenta el uso de "complejos sistemas de gestión de edificios" que emplean demasiada "tecnología", lo que acaba desperdiciando más energía de la que ahorra.
"Así que todo el edificio está controlado por ordenadores en lugar de por las personas que están en el edificio. Se controla toda la calefacción o refrigeración del interior del edificio", explica Waugh.
Muchos edificios de oficinas, por ejemplo, como los de Hudson Yards, son espacios herméticos acristalados en los que no se puede abrir una ventana en verano. En su lugar, un sistema de control central sube el aire acondicionado, derrochando energía y obligando a todo el mundo a ponerse un suéter.
Los propietarios y constructores, según Waugh, suelen acabar culpando a los ocupantes de un edificio por no saber utilizar correctamente estos sistemas, en lugar de invertir en diseños más eficientes energéticamente y con menos accesorios. "Tenemos que averiguar cómo podemos adaptar nuestra arquitectura y nuestros procesos de construcción para utilizar menos carbono y menos cosas", afirmó Waugh.
Este año, su empresa inauguró en Londres el Black and White Building, una estructura hecha enteramente de madera para Office Group, empresa propiedad de Blackstone, el principal arrendador corporativo del mundo. Según Waugh, la madera sostenible puede cultivarse en un bosque específico y replantarse.
"Así, nuestro edificio se convierte en un almacén de carbono en lugar de una carga de carbono", explicó.
Los constructores neoyorquinos llevan décadas levantando rascacielos de cristal llenos de tecnología. Uno de ellos es la torre del Bank of America situada en One Bryant Park. Este edificio LEED platino fue presentado por el promotor Douglas Durst como el más sostenible del país cuando abrió sus puertas en 2010.
Pero ahora, el edificio va camino de incumplir el primer objetivo de reducción de emisiones fijado por la Ley Local 97 y se enfrenta a una multa anual de más de $1.6 millones de dólares a menos que consiga reducir drásticamente su consumo de energía, según la herramienta de cálculo de multas de Building Energy Exchange. Durst no respondió a la solicitud de comentarios para este artículo.
"Este tipo de modernismo de Wall Street nos ha dado la idea de que podemos construir lo que queramos, porque tenemos la tecnología para superar a la naturaleza y al clima. Lo que el planeta nos está mostrando es que no es así", afirmó Waugh.
Una forma de conseguir que los constructores cambien la forma de diseñar los edificios es replantearse los sistemas de certificación que incentivan a la gente a optar por la sostenibilidad.
"Para mí no está claro que la certificación LEED suponga un gran avance con respecto a las prácticas de desarrollo habituales", afirma Stuart Brodsky, profesor del Instituto de Bienes Raíces de la Universidad de Nueva York y que anteriormente trabajó en la unidad de inversiones inmobiliarias de General Electric Capital.
"Puede ser un buen paso adelante. Y lleva un nombre muy popular y célebre, pero apuesto a que podemos hacerlo mucho mejor", añadió el profesor de inmobiliaria.
Brodsky coincide con otros expertos en que disponer de un mecanismo eficaz y transparente de seguimiento del rendimiento energético de un edificio a lo largo del tiempo puede ayudar a los constructores a avanzar hacia objetivos más sostenibles.
"Si tu edificio es LEED Platino, es un logro de ingeniería bastante notable. Es un edificio muy complicado", dijo. "Pero eso no significa que la eficiencia energética del edificio persista. Y sin establecer estrategias de medición que exijan la divulgación pública, nunca lo sabremos".